"El hijo de la Estatua"Composición de Raquel Pacheco García, 4ºA PRIMARIA.Editorial.-Alfaguara
El hijo de la Estatua
Resultó llamarse Tandil, un pueblo donde no se entendía porque las aves no pasaban por allí y en lo alto de una montaña un castillo de aspecto sólido y resistente, presidía majestuoso la misma.
Sus muros eran de piedra, sus ventanas forjadas con rejas de lastimosos dibujos de antaño infundían miedo y respeto, cómo una figura de cristal llevaba siglos de existencia cual gigante soportando los ocasionales ataques de sus enemigos.
Las gentes murmuraban que era cómo el cristal por su color peculiar y por lo alejado de su ubicación. Pero.....la realidad es que se encontraba bajo una siniestra maldición.
Recurrieron a un mago llamado Mercurión, pero tras muchos esfuerzos no pudo hacer nada. Y los que le iban a visitar decían:
.-¿Por qué no puedes hacer nada?.
Y el les respondía:
.- Porque no ha llegado el momento de actuar.
Todos lo que pasaban un tiempo por allí resultaban afectados por la maldición: la piel se volvía blanca, los ojos perdían su brillo y el rostro se quedaba sin expresividad como de un aspecto frió.
Paso el tiempo.... y apareció un niño en la plaza, la gente le hacia preguntas y el niño no contestaba. Después alguien dijo: ¡Mirad tiene el mismo pelo que esa estatua! Y otro dijo y también tiene la misma nariz que esa estatua alta. Al Final al niño decidieron llamarle Agustín.
Resultó llamarse Tandil, un pueblo donde no se entendía porque las aves no pasaban por allí y en lo alto de una montaña un castillo de aspecto sólido y resistente, presidía majestuoso la misma.
Sus muros eran de piedra, sus ventanas forjadas con rejas de lastimosos dibujos de antaño infundían miedo y respeto, cómo una figura de cristal llevaba siglos de existencia cual gigante soportando los ocasionales ataques de sus enemigos.
Las gentes murmuraban que era cómo el cristal por su color peculiar y por lo alejado de su ubicación. Pero.....la realidad es que se encontraba bajo una siniestra maldición.
Recurrieron a un mago llamado Mercurión, pero tras muchos esfuerzos no pudo hacer nada. Y los que le iban a visitar decían:
.-¿Por qué no puedes hacer nada?.
Y el les respondía:
.- Porque no ha llegado el momento de actuar.
Todos lo que pasaban un tiempo por allí resultaban afectados por la maldición: la piel se volvía blanca, los ojos perdían su brillo y el rostro se quedaba sin expresividad como de un aspecto frió.
Paso el tiempo.... y apareció un niño en la plaza, la gente le hacia preguntas y el niño no contestaba. Después alguien dijo: ¡Mirad tiene el mismo pelo que esa estatua! Y otro dijo y también tiene la misma nariz que esa estatua alta. Al Final al niño decidieron llamarle Agustín.
Fin.